La Plaza Intendente Alvear alberga uno de los conjuntos de edificios más antiguos de la Ciudad de Buenos Aires, construido originalmente como un convento entre 1716 y 1732. Pocos años después de la independencia argentina el complejo pasó al poder público que utilizó el espacio para distintos fines, por ejemplo un asilo de ancianos. Durante la última dictadura el espacio se había transformado en un lugar de encuentro de la cultura transgresora y underground. Años después, la apertura democrática del Centro Cultural Recoleta como símbolo del renacimiento cultural continúa reuniendo distintos lenguajes artísticos que se manifiestan hasta la actualidad.
En Plaza Intendente Alvear se encuentra el Centro Cultural Recoleta que combina la arquitectura de tres periodos de la historia de Buenos Aires: la colonia, la “Belle Époque” de principio de siglo XX y la Buenos Aires moderna. Construido originalmente como un convento de la orden de los Recoletos Descalzos, fue sede de las fiestas en donde se reunían las clases populares de la Buenos Aires colonial a festejar durante parte del mes de octubre. En 1822 como consecuencia de la Reforma eclesiástica de Bernardino Rivadavia, el edificio pasó al poder público. A partir de ese momento, se inauguró el Cementerio de la Recoleta y el parque junto con el convento fueron destinados para múltiples usos: hospital, cuartel, escuela de dibujo y agricultura y jardín botánico. Luego, de forma más permanente se transformó en asilo de ancianos y personas de situación de calle, hasta su cierre en la década del setenta producto del deterioro del edificio. A partir de 1980 el antiguo asilo se transformó en un espacio de encuentro de las voces y expresiones artísticas disidentes y censuradas por la dictadura que atravesaba el país. En 1979 empezaron las obras para una reforma arquitectónica a cargo de Clorindo Testa, Jacques Bedel y Luis Benedit. El nuevo espacio, inspirado en el Centro Pompidou de París y el Instituto Di Tella en los 60, se transforma junto con el retorno a la democracia en un lugar de promoción de propuestas artísticas diversas. Hoy en día cuenta con exposiciones temporales y permanentes de artes visuales y multimediales, talleres y cursos variados y es escenario de obras de teatro y recitales de todo tipo de música.
La Plaza Intendente Alvear alberga uno de los conjuntos de edificios más antiguos de la Ciudad de Buenos Aires, construido originalmente como un convento entre 1716 y 1732. Pocos años después de la independencia argentina el complejo pasó al poder público que utilizó el espacio para distintos fines, por ejemplo un asilo de ancianos. Durante la última dictadura el espacio se había transformado en un lugar de encuentro de la cultura transgresora y underground. Años después, la apertura democrática del Centro Cultural Recoleta como símbolo del renacimiento cultural continúa reuniendo distintos lenguajes artísticos que se manifiestan hasta la actualidad.
En Plaza Intendente Alvear se encuentra el Centro Cultural Recoleta que combina la arquitectura de tres periodos de la historia de Buenos Aires: la colonia, la “Belle Époque” de principio de siglo XX y la Buenos Aires moderna. Construido originalmente como un convento de la orden de los Recoletos Descalzos, fue sede de las fiestas en donde se reunían las clases populares de la Buenos Aires colonial a festejar durante parte del mes de octubre. En 1822 como consecuencia de la Reforma eclesiástica de Bernardino Rivadavia, el edificio pasó al poder público. A partir de ese momento, se inauguró el Cementerio de la Recoleta y el parque junto con el convento fueron destinados para múltiples usos: hospital, cuartel, escuela de dibujo y agricultura y jardín botánico. Luego, de forma más permanente se transformó en asilo de ancianos y personas de situación de calle, hasta su cierre en la década del setenta producto del deterioro del edificio. A partir de 1980 el antiguo asilo se transformó en un espacio de encuentro de las voces y expresiones artísticas disidentes y censuradas por la dictadura que atravesaba el país. En 1979 empezaron las obras para una reforma arquitectónica a cargo de Clorindo Testa, Jacques Bedel y Luis Benedit. El nuevo espacio, inspirado en el Centro Pompidou de París y el Instituto Di Tella en los 60, se transforma junto con el retorno a la democracia en un lugar de promoción de propuestas artísticas diversas. Hoy en día cuenta con exposiciones temporales y permanentes de artes visuales y multimediales, talleres y cursos variados y es escenario de obras de teatro y recitales de todo tipo de música.
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